Liderazgo, Logro Empresarial y Trayectoria…
Dulzura Borincana ha demostrado la gran pasión que siente por lo que hace y el orgullo que siente de ofrecerles a sus clientes un pedacito del Caribe, con sus
sabores exóticos y tropicales…
Fue en el año 1996, cuando Carlos Rivera, le compró la receta a su papá, de lo que era una pequeña empresa familiar desde 1985. Para aquel entonces contaba con tres empleados solamente y con una producción limitada, ofreciendo solo el dulce de coco, el marrallo y barritas de ajonjolí, como sus únicos productos. Pero Carlos, tenía las ganas de trabajar, la visión de crecer y el espíritu para luchar. Su primera decisión importante fue trasladar las operaciones a un local amplio, y de inmediato lo bautizó con el nombre de Dulzura Borincana.
Iniciar un negocio y hacerlo crecer requiere de muchas horas de trabajo, de mucha imaginación y de grandes sacrificios. Para Carlos no había tarea difícil, ni limitación de tiempo. Al no tener los recursos para pagar empleados adicionales realizaba cualquier tarea que fuera necesario realizar. En muchas ocasiones su días de trabajo sobrepasaban las 16 horas, pero ni el cansancio, ni las dificultades lo vencieron.
Esa energía y esa fuerza interior, tenían una motivación adicional al negocio para Carlos, pues no trabajaba solo. Allí, siempre que sus estudios se lo permitían, estaba la joven Carmen Ríos, su esposa; quien para aquel entonces, era su inseparable novia y amiga. Era una combinación perfecta, uno que trabajaba duro, con entusiasmo y visión, y ella que tenía la imaginación y las destrezas de organización que se requerían.
Otra decisión sabia fue adquirir maquinaria para hacer posible una mayor producción y darle una nueva visión a la industria de los dulces típicos de Puerto Rico. La demanda por sus productos fue aumentando, como aumentó la estrategia para lanzar nuevos productos, con nuevos sabores, y atractivos empaques para darle una nueva cara al marrallo, a la naranja, al coco, a la pasta de guayaba, al dulce de batata, coco-piña, ajonjolí con miel, ajonjolí sin azúcar y otras variedades que se ofrecen en la actualidad. Todos los productos están manufacturados de frutas, semillas y vegetales, conservando las propiedades naturales de las frutas, sin sabores artificiales añadidos. Además cuenta con una línea de productos “Sugar Free”, conservando las propiedades de calidad y buen sabor.
En el momento en que Dulzura Borincana entra al mercado de los dulces tropicales, esta industria estaba en completa decadencia y casi desaparecida, ya que la mayoría de los productores de estos dulces eran empresas familiares pequeñas, que no habían trascendido más allá de los límites territoriales de Puerto Rico, ni tampoco había surgido el interés de hacer de ese pequeño negocio, una industrial formal, con las capacidades y el potencial de crecimiento que pudiera cumplir con los requisitos de calidad y presentación tanto para el mercado local, así como para la exportación. Dulzura Borincana ha logrado conquistar no solamente el mercado local, con su nuevo enfoque sino también los mercados de otros países con el nuevo concepto de presentación y mercadeo para estos productos estando a la vanguardia de las necesidades del mercado y ajustándose a los cambios en el consumidor. Dulzura Borincana da una nueva cara y un nuevo impulso a este sector industrial, creando un nuevo interés en los dulces y “snacks” de Puerto Rico y colocándose en el primer lugar de este sector industrial.
En la actualidad distribuye sus productos en Puerto Rico, a través de mayoristas, supermercados, tiendas por departamento y detallistas. Además, sus productos están llegando a más de 40 estados de los Estados Unidos a través de grandes cadenas como Marshalls y TJ Maxx. De igual forma han logrado penetrar al mercado de New Jersey, New York, Miami, Panama, Republica Dominicana y Trinidad y Tobago. Esto es una muestra de la gran aceptación por parte de los consumidores de todos los mercados y del gran compromiso que posee Dulzura Borincana en ofrecer a sus clientes un producto de alta calidad, innovación y con altos valores nutritivos…
It was in 1996, when Carlos Rivera, bought the recipe from his dad, from what was a small family business from 1985. At that time it had only three employees and limited production, offering only coconut candy, black coconut candy and sesame bars, as the only products. But Carlos had the desire to work, the vision to grow and the spirit to fight. His first important decision was to move the operations to a large location, and immediately baptized it with the name of Dulzura Borincana.